miércoles, 23 de febrero de 2011

UNA MIRADA ECOSISTEMICA

UNA MIRADA ECOSISTEMICA[1]

UNA ACLARACIÓN

Las palabras no son neutras, y tienen un fuerte contenido ideológico, que muchas veces nos hace decir lo que no queremos, o interpretar lo que otros quieren a su modo. Así hablamos de los “recursos humanos”, dando a la persona la categoría de un objeto, junto a los “recursos materiales”, los “recursos tecnológicos” o los “recursos naturales”. Del mismo modo, hablamos del problema ecológico, y sin darnos cuenta hablamos del problema de una ciencia, cuando en verdad lo que debe preocuparnos es el ecosistema en el cual vivimos, y del cual formamos parte indisoluble.

INTRODUCCIÓN

La humanidad, en todos los momentos de su historia, ha dado pruebas de su capacidad creadora. Se pueden analizar con orgullo las extraordinarias manifestaciones de la creatividad humana en la ciencia, la tecnología y el arte, pero existen campos en los cuales no es posible encontrar expresiones semejantes, donde la capacidad de crear no pudo -o no la dejaron- penetrar. Es necesario reconocer que hay demasiadas situaciones en las cuales el hombre ha tenido un protagonismo destructivo o depredador; no podrían explicarse de otra manera las situaciones límites que deben padecer grandes sectores de la comunidad mundial, expresadas en la pobreza, el analfabetismo, la destrucción bélica, la polución y degradación del medio ambiente y muchas otras inexplicables e injustificables “obras de la humanidad”.
Las tres grandes áreas en las cuales no se han evidenciado avances de relevancia o, por el contrario, revelan características de subdesarrollo son la política, la ecología y la organización territorial. Prácticamente no existen nuevos descubrimientos en el campo del gobierno y la rebeldía mundial de las generaciones jóvenes de los ‘70 fue, sin duda, una universal manifestación de la generalizada insatisfacción en relación con los sistemas políticos arcaicos.
Las consecuencias del descuido de estos tres importantes campos -el gobierno, la ecología y la planificación territorial-, se pueden explicar por sí solas; las estamos viendo, viviendo -y demasiadas personas padeciendo-,  a diario.
·          Las fallas en dirigir el pensamiento creativo hacia la política, ha dado como resultado gobiernos improvisados e irresponsables, y una generalizada desconfianza hacia la política en general y hacia los políticos en particular.
·          La indiferencia en relación con las consecuencias ecológicas de los procesos modernos, tanto mecánicos como químicos, nos está llevando a una contaminación cada más peligrosa de la tierra, el agua y el aire, poniendo en peligro no solo la vida humana, sino forzando cambios en todo el equilibrio de la naturaleza.
·          La mala administración de la estructura geoeconómica ha motivado la aparición de ciudades incontrolables (Resistencia, como la mayoría de las capitales provinciales[2]), saturadas de miseria y un dualismo económico que ha acentuado la pobreza de muchas zonas rurales, privándolas de sus mejores recursos humanos e intensificando sus desventajas competitivas.
Por otra parte, y siguiendo lo que plantean algunas traducciones[3] del Génesis, que sostienen que Dios creó al hombre para dominar la naturaleza, durante mucho tiempo hemos creído y obedecido esa premisa, intentando oponernos a las fuerzas de la naturaleza, sin darnos cuenta que Dios perdona siempre, el hombre lo hace a veces, pero la naturaleza no perdona nunca.

LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

Hace ya mucho que hemos descubierto que el mundo está en peligro (Conferencia de Estocolmo 1972, Cumbre de Río 1992), sin embargo no se han registrado innovaciones capaces de neutralizar o mitigar los daños ecológicos producidos por la aparición de descubrimientos en la ciencia y la tecnología. La contaminación ambiental y el recalentamiento global son temas importantes y que han sido incorporados a la agenda internacional, a los que debemos prestar especial atención, si no queremos que “el hombre desaparezca gloriosamente enterrado por las maquinas de contaminación que creo” (Hedstrom, 9). Debemos tomar conciencia que hemos llegado, como humanidad, al borde del abismo, y que “el hombre no se enfrenta a ningún problema más urgente que la necesidad de salvar su medio ambiente” (Cole, en Palomo, 1993:103). Hoy, como nunca antes en la historia, asistimos al doble peligro de la destrucción de nuestra casa común, de nuestro planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear o por el desastre ecológico. “Todo parece predecir que el hombre que fue el último en llegar a la Tierra será el primero en abandonarla” (Maeterlinck, en Palomo, 1993:57).

LA CONTAMINACIÓN DE LA MISERIA

Sin embargo, no se debe olvidar otro tipo de contaminación no menos importante, como es la contaminación de la miseria. Miles de niños que mueren de hambre o como consecuencia directa del hambre, nos deben llamar la atención. La pregunta que Dios hizo a Caín “¿Qué has hecho de tu hermano?” (Gn 4, 9) nos debe seguir interpelando. Si no ponemos nuestros mejores esfuerzos en superar estas miseria, la sangre de nuestros hermanos seguirá clamando justicia, y para ello, se debe “llevar la bioética al plano de las biopolíticas, (esto) significa admitir que las amenazas mas graves a la calidad de vida en la actualidad se encuentran en los procesos de pauperización, de exclusión social y de subalimentación que padecen mas de mil millones de personas” (Pérez Lindo, 121).
La provincia del Chaco ocupa el segundo lugar entre las provincias más pobres del país, con el 27,6% de Hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas, donde el 76,5% sobre el total de hogares con NBI no tiene provisión de agua en la vivienda; el 73,8% no cuenta con cobertura médica u obra social; y el 39% habita  viviendas con piso de tierra.
Francisco de Vitoria decía allá por el 1500, que los indios morían antes de tiempo. Cinco siglos después podemos decir que los pobres mueren antes de tiempo. La esperanza de vida al nacer en el Chaco es de 69 años, similar al promedio regional (69,5 años) pero inferior al total del país (71,9 años) y de la Ciudad de Buenos Aires (72,7 años).
En Japón, que se encuentra en el 11° lugar del Índice de Desarrollo Humano (0,943), la Esperanza de Vida es de 79 años, contra los 39 años de los habitantes de Sierra Leona, que se encuentra en el puesto 176 (0,298).
En nuestro país el IDH es de 0,863 (Puesto 34[4]), mientras que el Chaco se encuentra en el último lugar con 0,775[5].
El nivel de mortalidad prematura (antes de los 65 años) varía según las categorías sociales y pone de manifiesto una jerarquía clara. La tasa de mortalidad prematura de los obreros y empleados franceses es 2,7 veces más elevada que la de los cuadros superiores y profesiones liberales y 1,8 veces más elevada  que la de los cuadros medios y los comerciales. Esto de por sí es escandaloso, pero imaginemos la tasa de mortalidad prematura entre los sin techo (Forrester; 1996:39).
La Cumbre Mundial sobre la Alimentación que se reunió en Roma del 13 al 17 de noviembre de 1996, con la participación de 100 mandatarios, se propuso reducir para el año 2015 a la mitad las personas que sufren hambre en el mundo. Para el caso que aquella meta fuese alcanzada, morirán -de cualquier manera para el año 2015- por falta de alimentos 142 millones de niños menores de 5 años.
El último informe anual del PNUD de Naciones Unidas reveló que cada tres segundos -en algún lugar del planeta- muere un niño como resultado de la pobreza. Los objetivos se lograrían recién para el año 2215, como denunciara el Presidente Chávez el 15 de septiembre del año 2006 en la ONU. Un holocausto evitable que, todavía, es la causa directa de la muerte de 14 millones de niños cada 12 meses y que en Argentina, donde sobran los panes, cuatro niños mueren cada hora en los calendarios del hambre.
En ese sentido el Director General de la FAO, dependiente de Naciones Unidas, Jacques Diouf, con cierta timidez, manifestó "que el mundo produce hoy suficientes alimentos para dar de comer a todos, pero no todos tienen acceso a ellos". Y el mismo Vaticano manifestó "El problema del hambre no depende de la escasez de alimentos, sino de su mala distribución, motivada por las estructuras de pecado que provocan que millones de personas carezcan de recursos para adquirirlos".
Jean Ziegler -relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación- denuncia que 100 mil personas mueren por día en el mundo a causa del hambre. La agricultura actual -dice el último reporte de la FAO- podría alimentar sin problemas a 12 mil millones (el doble de los habitantes del planeta).

LA ECONOMÍA DEL DESPILFARRO

Los 26 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico consumen el 56% de la energía del planeta, y tienen una necesidad imperiosa de un combustible líquido que reemplace al petróleo. En los últimos ocho años, la cantidad de maíz destinada a la producción de etanol en los Estados Unidos ha crecido más del 500%. Eso significa que en 2008, casi 100 millones de toneladas[6], solo de maíz y sólo en los Estados Unidos serán destinadas a producir combustible en lugar de alimentar a la gente. Durante el último año el maíz se ha encarecido hasta un 130% (Natalichio, 2008).
En Argentina el cultivo de soja ocupa ya el 50% de nuestra producción de granos y el 55,5% de la superficie agrícola sembrada, superficie que crece anualmente arrasando lo que encuentra a su paso. Si entre 2002-2004 la superficie agrícola total orillaba las 27 millones de has hoy ya estamos en los 35 millones de has, casi el 10% de la superficie total del país (400 millones de has, aproximadamente). El pool sojero multinacional que controla y domina el ‘negocio’ ‘estima’ que para el año 2017 la cifra de la superficie agrícola argentina debe orillar las 120 millones de has ‘cueste lo que cueste’, o sea el 30% de la superficie nacional, un verdadero disparate ambiental. La sojización desenfrenada de la nación lejos de ser un hecho saludable, constituye un verdadero problema en expansión para la economía nacional y la protección de nuestro ecosistema agrícola, así como también para la vida misma de nuestros habitantes. Cabe recordar que entre  mayo y octubre de 2007  el tomate aumentó entre un 200 a un 300%, la papa (uno de los cuatro alimentos básicos de la humanidad) trepó entre el 350 al  450%, el zapallito creció un 1000 % su precio, al igual que pimientos y berenjenas, la chaucha por su parte subió un 750%. Incrementos similares se observaron en todas las frutas y verduras, elemento central de la canasta familiar (Lapolla, 2007).

LOS DERROCHES DE UNA SOCIEDAD POBRE

EL MAL USO DEL AGUA

Muchas localidades chaqueñas son abastecidas con agua potable a través de acueductos que toman el agua de los Ríos Paraná y Bermejo y la transportan a las plantas de potabilización y a los centros de distribución. Los acueductos poseen una extensión de 303 km: Barranquera - Resistencia (15 km); Barranqueras - Sáenz Peña - Villa Ángela (260 km) y Río Bermejo - General San Martín (28 km). Actualmente esta red de distribución de agua se encuentra superada en su capacidad de transporte, previéndose la construcción del denominado "Acueducto del Norte" que se abastecerá en el Río Bermejo y con una longitud de 502 km beneficiará a 22 localidades y al 60% de la población del Chaco.
Sin embargo, pensemos en la cantidad de kilómetros que transportamos agua potable, para luego tirarla por el inodoro, lavar autos o regar jardines.

NUESTRA ALIMENTACIÓN

La humanidad evolucionó comiendo lo que encontraba a su alrededor, así los europeos desarrollaron una cultura carnívora, los hindúes una vegetariana y los esquimales se alimentaban básicamente de grasa (Lang, 277 y ss.). De nada vale querer ser vegetarianos en el Chaco y alimentarnos de manzanas de Río Negro, de uvas mendocinas o bananas ecuatorianas.
Y si vemos las góndolas de los supermercados o las estanterías de los almacenes chaqueños, encontramos que la mayoría de los productos que consumimos vienen de otras provincias; alimentos que recorren cientos de kilómetros para llegar a nuestras mesas; y sin embargo, seguimos buscando el aumento de la producción, sin percatarnos que “existe una confusión conceptual en relación a ‘aumento de la producción’. Los ecólogos, mediante cálculos de flujo de energía, han demostrado que ‘la agricultura moderna es extremadamente ineficiente’” (Campbell, 1985, en Martínez, 1989:76). La agricultura industrializada consume 50 veces más energía que la agricultura tradicional, pues el 95% de todos nuestros productos alimenticios exigen la utilización de petróleo. Sólo para criar una vaca y ponerla en el mercado se consumen seis barriles de petróleo, de 158.9 litros cada uno. El precio medio de los alimentos se triplicó en los últimos doce meses (Betto, 2008).
“Las tecnologías presuntamente modernas suelen, a su vez, resultar engañosas. Un ejemplo conspicuo es el sistema agrario norteamericano, reconocido por su enorme eficiencia. Altamente mecanizado y con subsidios para el petróleo, es, sin embargo, un sistema notablemente ineficiente si se lo mide en términos de la cantidad de energía consumida para producir una cantidad determinada de kilocalorías. No obstante, si se mide en términos monetarios, genera supuestamente beneficios enormes y, de ese modo, contribuye al crecimiento del PGB. Estos ejemplos son igualmente validos para los países del Tercer Mundo tan influidos por el ‘hechizo’ de las tecnologías de punta. En México se estima que se gastan alrededor de 19.000 Kcal. para colocar 2.200 Kcal. de alimentos en la mesa. Más aún, la cantidad de energía gastada sólo en el transporte de productos alimenticios, es en México casi igual al total de energía requerida por el sector primario para la producción de alimentos. Que tales situaciones se consideren positivas, constituye sin duda una aberración conceptual” (Max-Neef et al, 1986:57 y 58).

EL USO DE LA ENERGÍA

A principios de este año se ha puesto en marcha un plan de uso racional de la energía, con alcance más ambicioso que los anunciados en momentos anteriores, medida que está muy bien que se implemente (y se cumpla), ya que nada justifica consumir energía en exceso por sobre aquella que racionalmente sea necesaria. No es crítico o deja de serlo; simplemente, como quizás diría Arturo Jauretche, se trata de "otra zoncera del iluminismo", por ejemplo:
·         No reemplazar las lámparas incandescentes por las llamadas de bajo consumo, teniendo los recursos económicos para ello, es una zoncera.
·         Estabilizar el aire acondicionado a temperaturas menores a 24ºC, sabiendo la gran diferencia de consumo eléctrico que representa cada grado de diferencia, es otra zoncera.
·         Comprar una heladera sin examinar su etiqueta de eficiencia energética, si no es ignorancia, también es zoncera pura.
·         La mitad de los vehículos que circulan en Estados Unidos son conducidos 40 km. por día o menos. Por lo tanto, podrían funcionar sin combustible líquido alguno, recargando las baterías por la noche (Martínez, 2008).

CONCLUSIÓN

Borges decía que “tenemos que luchar para que la realidad se parezca, al menos en algo, a nuestros sueños”, y para ello debemos “encontrar el camino justo entre lo deseable y lo posible” (Roccatagliata, 1994:17).
No solo es un reto político, sino una responsabilidad permanente y una necesidad urgente, ayudar a encontrar caminos creativos y solidarios, que a partir del hábitat particular de cada beneficiario, permitan a las mayorías en inferioridad de condiciones, humanizar sus vidas y ser mas dueñas de su destino, tener más peso en el conjunto de la sociedad para poder contribuir en la construcción, entre todos, de una nueva sociedad, una nueva civilización centrada en la solidaridad, que nos reconcilie con la creación. No es con tecnología de punta ni con artificios económicos ni con caridad asistencial como se va a resolver esta dramática situación. Este es un problema político reconocido pero no asumido, tal vez por anacrónicas ataduras ideológicas, por quienes tienen el mandato de hacerlo. Y no podemos eludir la responsabilidad que tenemos de diseñar el futuro. Esta es nuestra responsabilidad, urgente e impostergable.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); Junio de 2008

BIBLIOGRAFIA

·         FORRESTER, Viviane 1996 El Horror Económico. Sección Obras de Sociología. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
·         HEDSTROM, Ingemar 1989 Planteo preliminar Ecológico. En Cultura, Ética y Religión frente al desafío ecológico. Pp. 9 a 18. Centro de investigación y Promoción Franciscano y Ecológico (CIPFE). Montevideo.
·         LANG, Fraser La búsqueda de una dieta ética. Comiéndose el mundo. En ECO-AGRO 1992 Agricultura Orgánica. Experiencias de Cultivo Ecológico en Argentina. Pp. 277 a 285. Planeta Tierra.
·         LAPOLLA, Alberto 2007 La Sojización como Concepción de Enclave Colonial. En http://www.unida.org.ar/boletin/_boletin045/bo_navetierra.htm (24-01-08)
·         MARTÍNEZ, Enrique Cómo evitar zonceras en energía. En Centro  Argentino De  Energías  Alternativas (CADEA). Boletín  Informativo N° 46 - Marzo  2008.
·         MARTÍNEZ, Héctor 1989 Notas acerca de la transferencia de tecnologías. En Cuadernos Informativos. Revista de la CCTA. Nº 2. Diciembre 1989. Pp. 73 a 82.
·         MAX - NEEF, Manfred; ELIZALDE, Antonio y HOPENHAYN, Martín 1986 Desarrollo a Escala Humana. una opción para el futuro. Development Dialogue. Número especial 1986.
·         NATALICHIO, Ricardo 2008 Los agrocombustibles limpiarán el planeta, de pobres. En Ambiente y Sociedad, Año 9, Nº 346 - Publicación de EcoPortal.net
·         PALOMO, Isabel Codes de 1993 Ecogeografía. La complejidad del medio ambiente. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
·         PÉREZ LINDO, Augusto Nuevos paradigmas y cambios en la conciencia histórica. Volumen 4. EUDEBA. Buenos Aires.
·         ROCCATAGLIATA, Juan A. 1994 Geografía y Políticas Territoriales. La ordenación del espacio. Colección Geográfica. Editorial Ceyne S.R.L. San Isidro.
·         BETTO,  Frei 2008 La crisis alimentaria mundial convertirá a los alimentos en artículos de lujo. En http://www.ecoportal.net/content/view/full/79444 (24-06-2008).


[1] Ponencia presentada en la Asamblea Arquidiocesana de Resistencia, realizada en el Colegio Nuestra Señora de Itatí (Resistencia), el 5 de julio de 2008.
[2] El Gran Resistencia ostenta el triste privilegio de ser el segundo conurbano mas pobre del país, junto con Palpalá, en la provincia de Jujuy.
[3] Tradutori traditori: El traductor es traidor.
[4] Al año 2005. En el año 1990 estaba en el puesto 35 (0,81) y en 1975 en el puesto 25 (0,784).
[5] Índice superior a 0,800 es considerado alto, entre 0,500 y 0,799 es medio. El IDH del Chaco es similar al de Samoa (0,776).
[6] Para tener una idea: Son 4 millones de camiones, es decir 800 kilómetros de camiones uno tras otro.

PARA UNIR LA CIENCIA Y LA POESÍA

LA RESISTENCIA AL CAMBIO

Es muy frecuente oír entre los profesionales que trabajan en asistencia a productores comentarios referidos a las dificultades que entraña que estos adopten nuevas tecnologías, como si quisieran vivir aferrados al pasado y a prácticas inapropiadas. Estas afirmaciones son frecuentemente realizadas por técnicos que en sus apreciaciones no tienen en cuenta la historia, la cultura, la experiencia y, fundamentalmente, el saber del campesino. Sin embargo, estos productores tienen una racionalidad propia basada en la experiencia, lo que les ha permitido incorporar a su conocimiento los elementos necesarios para producir y reproducir su unidad familiar. La resistencia al cambio es algo innato a nuestra naturaleza: “Si resulta necesaria una revisión  de nuestro sistema de enunciados preferimos, ceteris paribus, la revisión que menos perturbe el sistema.” (Quine, en Samaja, 1998).
El productor campesino, al igual que el científico en su laboratorio, en sus prácticas se está jugando su futuro. Si no obtiene resultados positivos, el científico arriesga no contar con recursos, o no poder continuar la beca; el productor arriesga el futuro alimentario propio y de su familia. Este “no maximiza, o no busca maximizar la rentabilidad (o el beneficio) sino garantizar la seguridad en la reproducción de la familia. No manifiesta ‘gusto por el riesgo’. Sus riegos varían entre un mayor ingreso y el hambre”. (Vio Grossi et al, en INCUPO, 1987). Análogamente el científico, para poder continuar con su trabajo, “necesitaba datos del bioensayo para apoyar una afirmación. El éxito del bioensayo era necesario para apoyar la autoridad de Ray. Esta autoridad era necesaria, a su vez, para apoyar su puesto. Finalmente, un nuevo artículo tenía que apoyar o devolver las inversiones de X” (Latour y Wolgar, 1978:223).
Los conocimientos adquiridos son muy difíciles de cambiar, porque pasan a formar parte de nuestro sistema de vida. “Un conocimiento no se cambia porque acá y allá se descubren fallos en sus aplicaciones o predicciones. Ni tampoco un conocimiento reemplaza a otro por un mero acto de sustitución. El conocimiento anterior es defendido por aquellos que creen en él y no es abandonado sino a condición de que su base real de vida haya entrado en una profunda crisis” (Samaja, 1998).

EL CONOCIMIENTO DEL CAMPESINADO

Todo el conocimiento campesino, transmitido a través de generaciones, está lleno de una sabiduría que ha sido aprendida con los años de experiencia; y que el campesino ha sabido capitalizar. “La capitalización es el momento en que se trata de ver qué se ha aprendido de la experiencia, sin obsesionarse en ser objetivo ni exhaustivo, sino en rescatar todo lo que parece valioso y útil” (Proyecto Desarrollo..., 1997:181).
Ahora bien, este conocimiento que poseen los campesinos, ¿es científico? Si entendemos por ciencia solo lo que hacen los científicos, seguramente que a primera vista diremos que no, pero si consultamos el diccionario, veremos que en las definiciones que da de ciencia, nos dice lo siguiente: “f. Conocimiento exacto y razonado de ciertas cosas. Conjunto de conocimientos acerca de un dominio determinado de objetos o fenómenos que son susceptibles de demostración. fig. Saber o erudición. fig. Habilidad, maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa” (Gran Diccionario SALVAT).
Ante esta definición, tenemos que decir que el campesino también hace ciencia, tenemos que decir que el productor campesino también construye conocimiento científico en su chacra, utilizando métodos que incluyen la observación, el análisis y la toma de decisiones. “La experiencia cotidiana interactúa con la cultura del entorno social, resolviendo contextualmente los juicios y permitiendo que se establezca el conocimiento, incluido el científico” (Lamo de Espinosa et al, 528).
Bunge (1985, 24) caracteriza a las ciencias y tecnologías como un campo de conocimiento, entendiendo por este a un sector de la actividad humana dirigido a obtener, difundir o utilizar conocimiento de alguna clase. Lo que los productores han aprendido “por su propio cuero”, tienen un fuerte grado de validez, ya que es lo que les ha permitido mantener su cultura y evolucionar con el transcurso del tiempo. “Si esas creencias anticuadas deben denominarse mitos, entonces estos se pueden producir por medio de los mismos tipos de métodos y ser respaldados por los mismos tipos de razones que conducen, en la actualidad, al conocimiento científico” (Kuhn, 1993:22).
Veamos que dice Pinto Contreras (32 y ss.) sobre el saber campesino y la construcción de este conocimiento:
*                    Este es un proceso preferentemente colectivo, ya que el campesino aprende comentando con sus iguales y su familia; él necesita del reconocimiento de sus iguales para aceptar un nuevo conocimiento.
*                    Es fundamentalmente experiencial, su base vital la constituye su propia experiencia. Todo conocimiento es real si es producto de su experiencia.
*                    El campesino se motiva en aprender aquel conocimiento en el cual participó como productor.
*                    Aprende aquello que le permite mejorar su situación productiva, es decir que tiene un sentido utilitario de ese conocimiento.
*                    El campesino también realiza el proceso científico en su aprendizaje, ya que teoriza de acuerdo a los aportes técnicos y conceptuales, experimenta al incorporar la innovación propuesta, y saca las conclusiones que le permiten proyectar su progreso productivo y familiar.
Todo este conocimiento cuenta con el aval de la comunidad, ya que el aprendizaje campesino es comunitario, y la validación se realiza entre pares. Al igual que en la ciencia, donde el científico no está frente a una clientela de legos, sino que debe rendir cuentas ante sus iguales (Merton, 1942:367), el productor encuentra que debe validar sus prácticas culturales ante sus pares. Una técnica nueva puede ser muy eficiente, pero si no es aceptada por la comunidad, no será adoptada por los productores. “Cualquier creencia tenida por verdadera debe entenderse bajo la consideración instrumental y legitimadora que les otorgan los grupos sociales que intervienen en su formulación. Por tanto, los esquemas teóricos que organizan y fijan la naturaleza se vinculan a los diversos contextos sociales y temporales en que estos se formulan. De lo que se deduce que lo observado no puede ser explicado directamente por la naturaleza del objeto percibido, que la separación entre hechos y conceptos no es tal y que lo percibido no es otra cosa que la traducción conseguida (con notables esfuerzos) por los distintos tipos de lenguajes de los que se dispone” (Lamo de Espinosa et al, 528).
En el conocimiento de estos productores, del mismo modo que en la ciencia como método particular de examinar, admitir o rechazar creencias (Samaja, 1996:25), se conjugan los cuatro métodos mencionados por Pierce, a saber, 1. De la tenacidad, 2. De la autoridad, 3. De la metafísica, y 4. De la eficacia; y todos ellos se encuentran suprimidos, conservados y superados en estas comunidades, según podremos apreciar a continuación.
1.    El método de la tenacidad indica aquellas creencias que nos nacen de convicciones muy intimas, y a las que es muy difícil modificar, sin un costo emocional muy alto (Samaja, 1998:7). Decía un productor de la provincia de Formosa: “Para que el algodón rinda bien, hay que arar la tierra siete veces[2]. Yo sé que es así, y por eso lo hago”. Por su parte, otro productor de la misma zona afirmaba: “Nunca en la vida use un veneno en mi chacra, por que se que no hay que envenenar ni las plantas ni la tierra”. Las dos afirmaciones manifiestan un profundo convencimiento acerca de las prácticas que realizan, y ambas son muy difíciles, por no decir imposibles, de modificar. A ambos productores los he asistido profesionalmente, y al cabo de cuatro años de brindarles asistencia técnica, en los cuales asistieron a encuentros de capacitación, ensayos y evaluación de parcelas demostrativas, recorridas de chacras, etc., etc., no cambiaron su forma de pensar y de realizar las prácticas culturales tales como las realizaban, a pesar de incorporar fácilmente otras tecnologías, como ser variedades adecuadas, semilla de calidad, densidad de siembra, stand de plantas a cosecha, etc.
2.    En este método, el de la autoridad, ya nos encontramos ante una primera capacidad de aprender del otro; de recibir y trasmitir socialmente creencias de parte de otros sujetos (Samaja, 1998). El mismo productor mencionado en el primer caso anterior, comentaba acerca del uso de agroquímicos, concediéndole a un profesional la autoridad en el tema: “Para que no haya plagas, hay que usar X (nombre de un insecticida). El ingeniero me lo dijo”.
La Autoridad de la Comunidad en estas sociedades cumple un rol muy importante, donde ciertas costumbres son respetadas en nombre de esa tradición: las Fiestas de los Santos, el Culto de los Muertos, las mismas prácticas culturales agrícolas, etc., cuya violación implica un castigo: “Don Y es un hombre muy trabajador, pero nunca le va bien porque no respeta los Domingos ni las Fiestas”.
Cuando los productores deben emigrar, estas creencias le ocasionan serias dificultades con culturas diferentes a las propias. El respeto a los muertos y el culto que se le da, es una fuente de conflictos: “Se había muerto la mamá. Era un muchacho del interior, un catamarqueño, y era costumbre... cuando alguien moría, reencontrarse. Habían venido todos sus hermanos diseminados en el Gran Buenos Aires, a rezar la novena, como lo hacían allá, en su provincia natal. Era lo que correspondía conforme a sus creencias, de acuerdo a lo que les habían enseñado de chicos. Debían rezar durante nueve días, la novena comenzaba después del entierro. Así lo hacían en el campo y querían mantener su tradición. Nueve días pasaba junta la familia y esto solo sucedía ante la muerte de la madre” (Farinello, 1996:54 y ss.).
3.    El método de la metafísica se encuentra vinculado con la reflexión sobre el valor universal de ciertos principios, sobre su aptitud para expresar valores generales, con ser equitativos, justos (Samaja, 1998). El respeto a la palabra empeñada, la minga o mano-vuelta[3], el trueque, etc.; son valores incorporados a la vida de la comunidad.
4.    En el método de la eficacia nos encontramos con un método que no se conforma con la sola convicción que irradian los principios universales, sino que agrega o enriquece sus procedimientos con la exigencia de la “puesta a prueba mediante la constatación empírica” (Samaja, 1998). Veíamos anteriormente como el productor campesino realiza el proceso científico en su aprendizaje, teorizando de acuerdo a los aportes técnicos y conceptuales, experimentando al incorporar la innovación propuesta, y sacando las conclusiones que le permiten proyectar su progreso productivo y familiar (Pinto Contreras, 32 y ss.).

LA VALIDEZ DE LOS MITOS

Veremos algunos casos, en los cuales se podrá comprobar como conocimientos que estaban incorporados en las prácticas campesinas, fueron validados posteriormente por la ciencia moderna.

EL INFLUJO DE LA LUNA

Es mucho lo que se ha hablado, tanto a favor como en contra, sobre la influencia de la luna sobre la vida. Desde aquellos artículos aparecidos donde se hace mención de la mejor fase lunar para cortarse el pelo, arreglarse las uñas o bajar de peso, que fase lunar es mas apta para pescar, hasta la comprobada influencia del satélite terrestre sobre las mareas.
Los campesinos realizan muchas de sus actividades teniendo en cuenta las fases lunares, de este modo las siembras deben realizarse de acuerdo al siguiente principio: “Lo que produce bajo tierra se debe sembrar en luna débil (Cuarto Menguante), lo que produce sobre tierra debe sembrarse en luna fuerte (Cuarto Creciente)”.
Esto, que demostró su eficiencia a lo largo de los años y que aún hoy es cuestionado por la mayor parte de la ciencia agrícola moderna, fue comprobado científicamente por las experiencias de Gardner y Haller, quienes demostraron la influencia de las horas de luz sobre la floración de los vegetales, clasificando en plantas brevidiurnas a las que florecen cuando las horas de luz son inferiores a un límite (días corto), y plantas longidiurnas a las que lo hacen cuando el ciclo de luz es mayor (días largos). Así tenemos en el primer grupo a la remolacha; y en el segundo grupo a la lechuga, achicoria, acelga, amapola, espinaca; entre otras. (Sívori et al, 1980:577 y ss.).
En la remolacha se consume la raíz, y por lo tanto para evitar que florezca, se debe sembrar  en Cuarto Menguante, de este modo se estimula el desarrollo de las raíces, retardándose la floración. Por el contrario, las semillas y plantines que se siembran en Cuarto Creciente, brotan mas rápidamente, desarrollando más hojas y flores, como es el caso de la lechuga o la amapola, en los que se utiliza hojas o flores, respectivamente. (ECO-AGRO, 1992:130 y ss.).

LA PROHIBICIÓN DE COMER CARNE

Las civilizaciones hindúes y chinas evolucionaron en base a una dieta vegetariana. En el caso particular de los hindúes, conocemos la creencia que tienen acerca de las vacas sagradas. Desde nuestra concepción occidental, y siendo miembros de una cultura carnívora, nos resulta incomprensible e irracional entender que haya personas que padecen y mueren de hambre teniendo libremente las vacas a su alrededor. Esta práctica tiene un fuerte sustento en la autoridad de la comunidad, en los usos y costumbres de la misma, avalada y reafirmada por años de tradición.
Ahora bien, si analizamos esta práctica desde el punto de vista de la eficiencia en la conversión de energía, ello deja de ser tan irracional para tener una justificación técnica científica. Todos los seres vivos tienen la necesidad de utilizar energía, cuya fuente primigenia es el sol. “Solo una pequeña fracción de la energía luminosa que llega a una planta verde, es transformada por esta en la energía potencial de las sustancias alimenticias; el resto se disipa como calor. Cuando un animal ingiere una planta, gran parte de la energía vuelve a disiparse como calor, y solamente se utiliza para sintetizar protoplasma una pequeña fracción de aquella. Cuando un segundo animal devora al primero, hay una nueva pérdida de calor... Como el hombre es impotente para aumentar esta cantidad de energía luminosa incidente, y muy poco es lo que puede hacer para acrecentar la eficiencia de la transferencia energética, puede aumentar su abastecimiento de energía alimenticia solamente si acorta su cadena, es decir, alimentándose con productos primarios (vegetales, en vez de animales). En los países superpoblados, tales como India y China, los habitantes son principalmente vegetarianos, porque así la cadena alimenticia es mas corta y una determinada superficie de tierra puede, de este modo, abastecer a un mayor número de personas.” (Villee, 1980:653). “En aras de la eficiencia debemos comer lo mas bajo posible en la cadena alimenticia” (ECO-AGRO, 1992:284).
La tradición, que impone una regla a la sociedad, está garantizando un uso más eficiente de la energía, asegurando de este modo, la supervivencia a un número mayor de personas.

EL MAÍZ DE SAN JUAN

Una costumbre muy difundida entre los productores de cultura guaranítica, es la siembra de maíz para la Fiesta de San Juan (24 de Junio), con lo que aseguran una producción temprana, ya que este está produciendo para el mes de noviembre. Al interrogarlos sobre esta práctica, se hace una explicación justificándola en la autoridad de la comunidad: “Es una costumbre que viene de muy antiguo, ya nuestros padres y abuelos lo hacían”. Sin embargo, si se indaga sobre el porqué de la costumbre, dan una explicación que tiene una justificación técnica: “Cuando se siembra para la Fiesta de San Juan, se aprovechan los días de calor del Veranillo de San Juan, con lo que el maíz germina rápidamente, y las heladas posteriores si bien lo pueden retrasar un poco, no lo perjudican. Además, la floración coincide con las lluvias de primavera, con lo que se asegura una buena producción”.
En este ejemplo, vemos como coexiste en el campesinado dos formas de fijar creencias, una que hace referencia a la autoridad, apelando a la tradición comunitaria (Samaja, 1998), y otra que proviene de la practica y la observación, que está muy cercano al método científico.

LA PRODUCCIÓN ORGÁNICA

La ciencia toma de estos sistemas de producción elementos que luego adecua para ser utilizados por otros sistemas productivos de mayor escala. La producción orgánica es uno de estos ejemplos. La agricultura en sus orígenes fue fundamentalmente agro-ecológica, con nulo uso de insumos químicos, lo que se transmitió a través de las generaciones en las comunidades campesinas. Al entrar en un sistema de agricultura comercial, se comenzaron a utilizar productos químicos. Sin embargo, hay productores que han seguido utilizando productos naturales para el control de plagas, tales como el purín de ortigas (Urtica urens), de mío mío (Bacharis coridifolia) o de tabaco (Nicotiana tabacum). Estos productos han sido rescatados del saber popular, e incorporados como productos aptos para la producción orgánica (ECO-AGRO, 1992:332 y ss.).

LOS FACTORES EXTRA-CIENTÍFICOS

Las comunidades campesinas se encuentran dentro de una sociedad agraria mas amplia, donde conviven los sistemas de producción campesino, con una producción destinada al mercado interno; con sistemas capitalistas de producción, dedicados a la producción de grandes volúmenes, normalmente destinados a la exportación.
El destino de la producción es una de las causas por las que se da mayor o menor importancia a la generación de tecnología. La producción que genera divisas al país (carne, cereales y oleaginosas), es tenida en cuenta al momento de tomar decisiones sobre que tecnologías investigar. De esta manera, aquellos sectores que no aportan a la exportación, y por lo tanto no generan directamente divisas, son dejados de lado o no se les asigna la importancia que merecen. Es importante señalar que el hecho de no generar recursos monetarios, no significa que estos no existan; ya que lo que no se produce, debe comprarse, lo que generaría un flujo negativo.
Sin embargo hemos visto anteriormente como los campesinos han generado tecnologías que luego fueron validadas técnicamente para ser utilizadas en otros sistemas. Ahora bien, ¿Por qué este caudal de conocimientos que existe en un importante sector de la producción no es tenido en cuenta? Evidentemente, hay en la sociedad factores extra-científicos que influyen en la toma de decisiones al momento de definir las líneas de investigación. “Las indagaciones proseguidas o abandonadas, en armonía con la respuesta percibida de la industria con la cual existe un contrato, pueden orientar a todo un programa de investigación en una dirección u otra. En cada uno de estos casos, un contacto externo, una negociación por dinero o una estrategia de carrera, tiene repercusiones técnicas inmediatas.” (Knorr-Cetina, 1996:151). Al decir de un ex-director de un centro de experimentación agropecuaria: “Sabemos que los pequeños productores algodoneros son muy importantes en la región; sin embargo, quien marca la línea de lo que debemos investigar en algodón son las grandes industrias, a quienes les importa la producción a gran escala y no el minifundio”.
“El conocimiento científico es mediado por los intereses de los grupos sociales de distinto signo y extensión tanto en la configuración de sus proposiciones teórico-empíricas (dimensión cognitiva) como en el posterior uso de esas propuestas como herramientas de grupos sociales intra y extra-científicos concretos, que tratan de obtener objetivos determinados que difieren según los diversos contextos históricos (dimensión práctica)” (Lamo de Espinosa et al, 530).

AVANZANDO HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIENCIA DIALÉCTICA

Analizamos como los campesinos han generado conocimiento para evolucionar, y como este conocimiento ha ido surgiendo fundamentalmente de la observación de la vida, de su relación con la naturaleza. Quizás la ciencia moderna ha olvidado sus raíces. El hombre moderno se encuentra hoy “prisionero de si, y en la superurbe de cemento, prisionero de la ciudad de multitudes anónimas, casi sin mas relaciones que las funcionales de la maquina productiva, administrativa y de consumo, en un ciclo reiterado. Aquí la tierra es vista como mera naturaleza material, objeto de relaciones económicas, en orden al tener. Casi todo parece funcionar bien en las sociedades industrializadas de avanzada. Pero el hombre no anda bien como las maquinas. No está satisfecho. Siente una difusa angustia, un vago miedo. Ha ensuciado la naturaleza y sembró de chatarra el cielo. Dañó la tierra. Y en cuanto a los vínculos interhumanos, ha matado al padre y no tiene madre con quien casarse, según el esquema freudiano. Busca establecer vínculos con los hermanos, pero la historia de Caín parece no haber terminado” (Boasso, 1983:49 y ss.).
La necesidad de prestar atención a este sector es de gran importancia, ya que su desaparición significaría también la pérdida de un gran caudal de conocimientos, y de un bagaje de sabiduría acumulado. Así como se invierten recursos en la preservación de especies en vías de extinción, también se deben invertir recursos en la preservación de esos conocimientos. “Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de la sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres mas instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse, a este respecto, que muchas naciones, económicamente pobres, pero ricas en sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación” (Gaudium et Spes, n. 15).
Debemos avanzar, a través de un dialogo intercultural en la construcción de un nuevo tipo de ciencia, que sepa escuchar las necesidades de aquellos que no pueden hacer llegar sus inquietudes porque económicamente, o mejor dicho, monetariamente no tienen importancia; una ciencia que una la razón con el corazón, la lógica con la poesía. Debemos avanzar en la construcción de una sociedad que sepa respetar los derechos de quienes menos tienen, por que la ciencia no puede dejar de lado a vastos sectores por el solo hecho de no tener importancia económica monetaria. Una ciencia que excluya la generación de ciertos conocimientos por que van a ser destinados a los sectores mas pobres, no merece llevar ese nombre.
La lucha por el Derecho (Samaja, 1996:358), que hizo avanzar a la humanidad hasta este punto, y al cual la ciencia hizo su aporte importante, recibiendo de la misma sociedad los valores que la fueron enriqueciendo, debe seguir avanzando; y ese Derecho por el cual sigue luchando será el derecho de una sociedad sin excluidores ni excluidos, donde las minorías sean respetadas y los privilegios abolidos; una sociedad en la cual, como decía Bertold Brecht “Las desigualdades sean eliminadas, pero no las diferencias”, ya que estas serán las que nos enriquezcan, tomando lo mejor de cada uno, para superarnos mutuamente y proyectarnos a una dimensión superior del conocimiento.
“Los prejuicios propios de la modernidad condujeron casi siempre a una completa desvalorización del polo mito-poético, identificándolo, prácticamente con la completa irracionalidad. La antinomia ‘civilización o barbarie’ contiene ese prejuicio de manera paradigmática” (Samaja, 1998).
Se debe recuperar, validar y enriquecer el saber que existe en la sociedad campesina, para no seguir perdiendo tantos valores, tantos saberes, tanta filosofía. Debemos recuperar los mitos populares, rastrear su origen y darle su validez científica, para construir una ciencia que englobando a los anteriores métodos para fijar creencias, los supere, superándose a sí misma.
Debemos construir una ciencia para la vida, no para la muerte. Los tristes acontecimientos que está viviendo Europa, y con ella el mundo entero, nos siguen mostrando que los esfuerzos continúan volcándose a la destrucción, no a la construcción. Hemos llegado, como humanidad, al borde del abismo. Hoy, como nunca antes en la historia, asistimos al doble peligro de la destrucción de nuestra casa común, de nuestro planeta Tierra, ya sea por la catástrofe nuclear o por el desastre ecológico. Si no volcamos nuestros esfuerzos en construir una ciencia para la vida, rescatando los valores de aquellos que ayudan a continuar la vida, asistiremos al triste cumplimiento de la profecía que Aureliano Babilonia descifró en los pergaminos de Melquíades: “Las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra”.

BIBLIOGRAFÍA

·      1992 Gran Diccionario SALVAT. SALVAT Editores S.A. Barcelona.
·      Boasso, Fernando 1983 Atahualpa Yupanqui. Hombre - Misterio. Editorial Guadalupe.
·      Bunge, Mario 1985 Seudociencia e Ideología. Alianza Editorial.
·      Concilio Vaticano II Gaudium et Spes.
·      ECO-AGRO 1992 Agricultura Orgánica. Experiencias de cultivo ecológico en Argentina. Planeta Tierra.
·      Farinello, Luis 1996 La Mesa Vacía. Desocupación y Pobreza en la Argentina. Carlos Serrano Editor.
·      INCUPO 1987 Criterios Generales de Trabajo para los Equipos Técnicos de Apoyo. Mimeo.
·      Knorr-Cetina, Karin D. ¿Comunidades científicas o arenas transepistémicas de investigación? Una crítica de los modelos cuasi-económicos de la ciencia. En REDES, Vol. III, Nº 7, septiembre de 1996, pp. 129 a 160.
·      Kuhn, Tomas S. 1993 La Estructura de las Revoluciones Científicas. Fondo de Cultura Económica.
·      Lamo de Espinosa, Emilio; González García, José María; y Torres Albero, Cristóbal La Sociología del Conocimiento y de la Ciencia. Alianza Editorial.
·      Latour, Bruno y Wolgar, Steve 1978 La Vida en el Laboratorio. La Construcción de los Hechos Científicos. Alianza Editorial.
·      Merton, Robert K. 1942 La Sociología de la Ciencia. Alianza Editorial.
·      Pinto Contreras, Rolando N. Extensionista Agrícola ¿Educador Rural? El Carácter Educativo de la Capacitación Tecnológica con Productores Campesinos. PIIE (Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación), Santiago - Chile, marzo 1993.
·      Proyecto Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino (1997) Detrás del árbol, la Gente. Experiencias y Aprendizajes del Proyecto Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del Noroeste Argentino.
·      Samaja, Juan 1996 Epistemología y Metodología. Elementos para una teoría de la investigación científica. Colección Temas. EUDEBA.
·      Samaja, Juan 1998 Del Mito al Logos (Fragmento). En prensa.
·      Sívori, Enrique M.; Montaldi, Edgardo R.; Caso, Osvaldo H. 1980 Fisiología Vegetal. Editorial Hemisferio Sur.
·      Villee, Claude A. 1980 Biología. EUDEBA.


[1] Trabajo presentado al Curso de Posgrado Sociología e Historia de la Ciencia, organizado en el marco del Plan de Estudios de la Carrera de Posgrado Maestría en Epistemología y Metodología de la Investigación Científica - Facultad de Humanidades - UNNE. Abril de 1999.
[2] No he logrado una explicación del porqué de las siete veces, pero pienso que debe estar relacionado con lo cabalístico de este número.
[3]Costumbres utilizadas en las comunidades campesinas, que consisten en ayudar en el trabajo de alguien, recibiendo posteriormente una ayuda similar de la misma persona. Resulta un trueque de trabajo por trabajo.