martes, 21 de marzo de 2017

CHARLA SOBRE PRODUCCIÓN Y MANEJO DE OVEJA SANTA INÉS



En la búsqueda de alternativas productivas que diversifiquen y mejoren los ingresos de los productores familiares, la Oficina de Desarrollo Rural INTA y la Municipalidad de Presidencia de la Plaza realizaron el martes 21 de marzo de 2017 una charla para presentar a los productores de la zona las características de la raza ovina Santa Inés.
La disertación estuvo a cargo del Med. Vet. (Dr.) Enrique Yáñez y del Ing. Agr. (Ms. Sc.) Juan Alfredo Fernández, ambos docentes e investigadores de la UNNE.
En la apertura de la jornada, a la que asistieron productores y técnicos de diferentes puntos de la provincia del chaco, el intendente municipal de Presidencia de la Plaza, Lic. Diego Andrés Bernachea dio la bienvenida a todos los presentes y felicitó a los profesionales del INTA por la iniciativa de poner en conocimiento sobre las características de esta raza de ovejas y analizar las posibilidades de producción en la zona, a la vez que reafirmó el compromiso que tiene el municipio en fomentar todas las actividades productivas que contribuyan a lograr el autoabastecimiento alimentario local.
Ing. Agr. Juan Alfredo Fernández y Med. Vet. Enrique Yánez

LA RAZA DE OVEJAS SANTA INÉS

Esta raza deslanada es originaria del desierto brasilero, se trata de una de las razas de pelo más importante en la producción de carne de cordero en Brasil y Colombia, con rápida difusión especialmente en los climas tropicales. Desde hace algunos años se realiza cría de esta raza en las provincias de Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa, pero sin la suficiente divulgación.
La raza Santa Inés criada en pastos nativos puede llegar a los 360 días con 38 kilos. Las medias de los corderos llegan a 3,5 kilos en el nacimiento, 19 kilos a los 112 días (destete) y 25 kilos a los 196 días de edad. La tasa de mortalidad en la fase del destete es mínima. El carnero adulto puede llegar rápidamente a la marca de los 85 kilos y en algunos casos llegan a los 100.
Presenta bajo contenido en grasa y piel de altísima calidad. Es rústica y precoz, adaptable a cualquier sistema de cría y pasto. Es de excelente desempeño en la parte cárnica y con excelentes cualidades maternales que permite producir corderos de excelente desempeño tanto en confinamiento como en pastoreo, con mayor resistencia a parásitos gastrointestinales. Permite obtener animales para sacrificio de terneza extraordinaria, carne magra con porcentaje de grasa y colesterol inferior a las razas lanares usadas en producción de carne.

LOS DISERTANTES

Enrique Yáñez es médico veterinario, Doctor en Producción Animal. Asesor de grupos de productores, responsable del manejo nutricional de establecimientos en Santa Fé y Chaco. Asesor técnico de la Ley Ovina. Docente de la Universidad Nacional del Nordeste, en las Carreras de Veterinaria y de Agronomía. Docente de posgrado en Alimentación y en Producción Bovina en la Maestría en Producción Animal Subtropical.
Juan Alfredo Fernández es ingeniero agrónomo, egresado de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNNE), Magister Scientiae en Producción Vegetal de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Docente de grado y postgrado en la Facultad de Ciencias Agrarias (UNNE).
Ambos profesionales dirigen proyectos de investigación aplicada “Evaluación de la producción y características reproductivas de ovinos en cruzamientos con raza Santa Inés”, “Evaluación del manejo de la alimentación en ovinos de razas productoras de carne”, “Valor nutritivo de alimentos y variables ambientales en la producción ganadera del NEA”, “Valor nutritivo de especies forrajeras y la gestión ambiental en la producción ganadera del NEA”; siendo autores de artículos de difusión publicados en revistas científicas y participante de congresos nacionales e internacionales.

Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); 21 de marzo de 2017

martes, 14 de marzo de 2017

AQUEL PEÓN ENTRERRIANO



AQUEL PEÓN ENTRERRIANO
En marzo de 1960 había cumplido 31 años; segundo entre siete hermanos, era el mayor de los cuatros varones. Se daba cuenta que el campo de aproximadamente sesenta hectáreas que pertenecía a su padre no era suficiente para mantener una familia con dignidad, por lo que cuando por la parroquia del pueblo llegó un monje buscando vocaciones sacerdotales para el monasterio fundado algunos años antes y obreros para el trabajo en el campo que les pertenecía, no dudo en ir a conocer el lugar. La zona le gustó, el trabajo que debía realizar también, así que con la novia que lo esperaba en su pueblo natal, comenzaron a soñar un destino juntos alejados de la provincia que los vio nacer.
Unos meses más tarde moría su padre y catorce meses después de haber llegado a su nuevo destino, llegaba con su esposa para acompañarlo. Al cabo de algunos años, por su dedicación y responsabilidad, fue designado capataz general del establecimiento, al que siempre consideró y atendió como si fuera suyo.
Cuando un compañero de trabajo se retiraba, organizaba el asado de despedida. Cuando moría quien había sido un compañero de trabajo, proponía dar asueto al personal para que pudieran acompañarlo en su último viaje.
El tiempo pasó, llegó la jubilación y siguió trabajando, porque le gustaba lo que hacía, pero además porque se dio cuenta que el sueldo que le habían pagado no era el que figuraba en sus aportes previsionales, por lo que, al jubilarse, cobraba una jubilación mínima que no le permitía vivir dignamente.
Un viernes a la tarde lo llamaron de la administración para comunicarle lo que nunca pensó que sucedería: la casa donde vivía iba a ser destinada a otra persona, por lo que el lunes a la mañana debía estar desocupada. Como gesto de buena voluntad de la patronal, le ofrecían dejar todos sus bienes en un galpón de la estancia.
A pesar de ello siguió trabajando, viajando todos los días desde su casa en la ciudad hasta el campo. Cuatro meses después llegó un nuevo anuncio de la patronal: podía ir al campo, pero no tenía permitido inmiscuirse en ninguna de las tareas que se realizaban; esta medida no la soportó y comunicó que no iba a ir más a la estancia.
Él, que siempre había organizado la despedida de sus compañeros de trabajo, se fue sin despedida. Como en aquel poema de José Larralde, “nadie salió a despedirlo cuando se fue de la estancia”.
Cuando murió, quien fue a rezar el responso final ni siquiera se acordaba de su nombre. Buscando entre los papeles, lo nombraba por un nombre que, aunque propio, él nunca había utilizado. El ministro del Señor que cuenta las estrellas y a todas llama por su nombre, no recordaba el nombre de la persona a la que siempre se refería como “un buen servidor del monasterio”.
No hubo asueto en la estancia cuando él murió, sus antiguos compañeros de trabajo pudieron acompañarlo fuera del horario laboral; aquel que quiso acompañarlo hasta su morada final, tuvo que pedir permiso para faltar al trabajo. Para la patronal, había muerto un desconocido.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); marzo de 2017

GUILLERMO VAN UDEN



GUILLERMO VAN UDEN

En mayo de 1957, procedente de Holanda, arribaba al puerto de Buenos Aires un joven de 25 años, tras el sueño de conseguir en la Argentina un pedazo de tierra para trabajar. Atrás quedaba su familia, padres y hermanos; su Patria, que se estaba recuperando de la catástrofe de la guerra con sus secuelas de muerte, destrucción, hambre. Atrás quedaba el recuerdo de la hambruna que azotó al pueblo holandés en 1944, donde una simple papa era un manjar, de allí quizá el gusto que siempre sintió por esta hortaliza. Atrás quedaba el desprecio que el pueblo holandés había sufrido, primero por parte del ejército nazi y luego por parte del ejército aliado, donde los soldados estadounidenses veían en cada holandés un enemigo que podía matarlos, llegando a despreciar incluso la comida que se les ofrecía, por temor a ser envenenados.
En el puerto lo esperaba un compatriota, llegado a la Argentina una década antes y que luego de recorrer distintos lugares había conseguido afincarse en Los Toldos, donde tenía el tambo en el cual el recién llegado iba a trabajar. El joven Guillermo Van Uden había nacido el 16 de marzo de 1932 y luego de trabajar dos años con la familia Doeswijk, se empleó como tambero en el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos, donde en 1960 conoció a un entrerriano que llegaba para trabajar en la misma estancia, con quien compartió penas y alegrías, con quien forjó una profunda amistad y que sería el hermano que tuvo en Argentina.
Cuando en el monasterio decidieron instalar un tambo industrial, le ofrecieron que él lo dirigiera, pero sus sueños de tener un campo propio no le permitían trabajar para un patrón, así fue que consiguió que las Hermanas de la Santa Cruz, cercanas al Monasterio Benedictino, le dieran unas hectáreas de tierra para trabajar, como retribución a los servicios que realizaba para ellas. Al iniciarse la década de 1970, estas le alquilaron la tierra para que pudiera trabajar por su propia cuenta.
En 1962 se casó con Nélida Plet, hija de un inmigrante friulano radicado en los campos de la Estancia La Ciudadela, con quien formó una familia constituida por siete hijos. Guillermo nunca se iba a quedar con una duda, siempre iba a preguntar, aunque esto no fuera convencionalmente bien visto; su hija mayor lo recuerda como un hombre sabio, que siempre tenía contestaciones cortas y justas, dejando boquiabierto a más de uno, con una gran comicidad y una particular manera de hablar.                  
Aunque siempre trabajó en el campo, nunca pudo concretar el sueño de tener un campo de su propiedad. Pero, aunque ajena, amó la tierra en la cual vivió y en la cual desarrollo la actividad que más le gustaba, la de tambero. Trabajo sacrificado que no conoce de feriados, porque hay que estar presente todos los días, en las madrugadas de lluvias y sequías, de fríos y calores; trabajo en el cual siempre lo acompañó su familia, que compartió con él los sacrificios de la tarea que realizaban.
Como un signo del destino, Guillermo murió el 1 de noviembre de 2012, día en el cual la Iglesia Católica conmemora la fiesta de todos los santos, fiesta solemne por todos aquellos difuntos que se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios.
Gerardo Roberto Martínez
Presidencia de la Plaza (Chaco); marzo de 2017
Foto: Gentileza Juana Francisca Schuler.